FLAYER

EL CORDOBAZO

 

Se cumplen 55 años de la pueblada del 29 de mayo de 1969

Para recordar esta gran pueblada después de la cual “nada fue igual en la Argentina, reproducimos párrafos de la “Breve reseña histórica” del Programa de nuestro PCR, y extractos de un artículo de nuestro camarada Ricardo Fierro, del Comité Central del PCR, y del libro de nuestro querido primer secretario general, Otto Vargas “¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina”. Editorial Ágora, 2008, págs. 162 a 164.

  1. Programa del PCR

Nuestro Partido nació luchando contra la dictadura proyanqui de Onganía, tuvo una participación relevante en las luchas obreras, campesinas y estudiantiles que prepararon los Cordobazos, el Correntinazo, el Rosariazo, el Tucumanazo, el Mendozazo, Rocazo, Chubutazo, etc., y en esas mismas jornadas.

En esos años, fuerzas muy distintas golpeaban contra la dictadura desde diferentes posiciones. Pero las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas negaban la existencia de un polvorín de odio popular próximo a estallar bajo los pies de la dictadura.

El Cordobazo del 29 de mayo de 1969 arrancó con un paro activo convocado por la CGT cordobesa frente a la decisión de la dictadura de Onganía de liquidar el sábado inglés. Fue precedida por asambleas del SMATA, Luz y Fuerza, Dinfia, Fiat, etc., donde los obreros masivamente decidieron el paro y la movilización. A su vez, los estudiantes, en una asamblea con más de diez mil participantes, decidieron democráticamente su participación en el paro.

Los obreros y los estudiantes, que venían protagonizando luchas y movilizaciones por las calles de Córdoba, sabían que iban a un combate y se prepararon para ello. En algunas fábricas a través de los cuerpos de delegados, jugando un importante papel las agrupaciones clasistas, se armaron bombas “molotovs”, se juntaron piedras y también algunas armas. En el Barrio Clínicas, donde vivían miles de estudiantes que venían del interior y de otras provincias, a través de delegados por manzana y por cuadra organizaron sus fuerzas.

A las 10 de la mañana del 29 de mayo salieron las columnas desde las distintas fábricas. La policía había montado un gran dispositivo para frenar la movilización. En distintos puntos de la ciudad comenzaron los enfrentamientos.

En el choque de la columna de Santa Isabel con la policía, cae asesinado el obrero Máximo Mena. Al correrse la noticia, crece el odio y la masividad. Se multiplican las barricadas. Las columnas obreras combaten palmo a palmo con la policía. Los estudiantes ocupan y se adueñan del Barrio Clínicas.

A las 13 horas, la policía se retira derrotada hacia el Cuartel Central. Los obreros y el pueblo de Córdoba quedaron dueños de la ciudad.

El combate de las masas, principalmente de las empresas de concentración proletaria, con un gran papel de los cuerpos de delegados y comisiones internas donde participaban activamente las fuerzas clasistas y la emergente izquierda revolucionaria, desbordó la política burguesa.

El Cordobazo fue un gigantesco ensayo revolucionario de las masas que introdujo un cambio de calidad en la lucha obrera y popular de nuestro país. Un cambio tal que se puede decir que, después de él, nunca nada volvería a ser igual en la Argentina.

 

Ricardo Fierro: El Cordobazo alumbró el camino de la revolución en la Argentina

Como consecuencia del Cordobazo cayó el gobernador Caballero y quedó herida de muerte la dictadura. Pero el Cordobazo fue más allá: alumbró el camino de la revolución en la Argentina. Las masas con sus asambleas y cuerpos de delegados, con su democracia directa, pasaron por encima del plan de hacer un acto pacífico frente a la CGT, acordado por el otro sector de la dictadura, el de los generales Lanusse (jefe del Ejército) y Carcagno; acordados con el PC, parte de la dirección del peronismo y el radicalismo, y dirigentes sindicales como Torres (Smata), y combativos como Tosco y Atilio López. Pasaron por encima y escribieron su propio libreto, sacudiendo del sistema hasta los cimientos.

Al Cordobazo lo parieron los trabajadores con sus cuerpos de delegados. Lo parieron con el resurgimiento del clasismo, y el PCR, con su línea de masas, “de ganar su conciencia, pero también su corazón” (Otto Vargas, ¿Ha muerto el comunismo?). Y una política unitaria con la combatividad de amplios sectores peronistas que querían el regreso de su líder, con los curas del Tercer Mundo, con una nueva izquierda influida por la Revolución Cubana y el Che. Con esa línea, el PCR fue empalmando y ganando posiciones en el clasismo obrero y el combativo estudiantado.

La clase obrera, particularmente la de las grandes empresas mostró su enorme potencial para unir en torno suyo al conjunto de los sectores oprimidos de la sociedad en la lucha de calles.

Como señaló entonces Otto Vargas, fue un borrador, un boceto insurreccional. Lo fue por el papel que jugaron los cuerpos de delegados en la decisión, la preparación y la organización de las columnas. Por la preparación y la diversidad de formas de combate en esa lucha de calles. Y sobre todo, por la decisión y el coraje de las masas para enfrentar y derrotar a la represión policial y resistir al Ejército. Y lo que ocurrió superó todo lo que habíamos preparado y soñado.

 

Otto Vargas: Un polvorín de odio popular bajo los pies de la dictadura

Todo el mundo hablaba del reflujo; y del reflujo poderoso. En torno a esto se dio la gran batalla de líneas en el movimiento obrero y popular.

Nosotros recién nos constituíamos. La izquierda revolucionaria tenía en esto muchos puntos de contacto con el trotskismo, y partía de este largo período de reflujo para planificar con tranquilidad distintas formas de focos guerrilleros en el campo. De modo que en las ciudades, en el movimiento obrero, estudiantil, etc., practicaban una política de tipo pedagógico, de explicar las cosas a las masas, pues entendían que lo de Onganía se había producido a partir del profundo reformismo que predominaba en el movimiento obrero argentino. Hallaban una contraposición entre la adhesión de las grandes masas obreras y populares al peronismo, y las luchas enormes que había protagonizado el proletariado argentino, como las ocupaciones de fábricas del año 64, en épocas de Illia, en las que se produjo el asesinato de Mussi, Retamar y Méndez, que fue un acontecimiento muy pocas veces visto en el mundo capitalista, salvo en aquellas ocupaciones de fábrica en París que precedieron al Frente Popular a mediados de la década del 30.

Su visión de la realidad se apoyaba también en las posiciones de muchos dirigentes sindicales que, al igual que el general Perón, cuando se produjo el golpe de Onganía propusieron “desensillar hasta que aclare”.

Hay que tener presente que cuando el gobierno de Onganía asumió, dirigentes sindicales muy caracterizados del vandorismo, que entonces eran hegemónicos en la CGT, estuvieron presentes en la ceremonia. Estas eran las condiciones y lo que estaba en discusión.

Nosotros decíamos que las medidas de Onganía habían resecado un polvorín de odio popular bajo los pies de la dictadura, y que ese polvorín iba a estallar. Lo que nos orientaba a nosotros era la confianza poderosa en la clase obrera argentina. Teníamos, claro, una evaluación diferente de las luchas de esos años. Nosotros veíamos que el factor principal de ese movimiento obrero y popular era su combatividad y que había elementos de conciencia revolucionaria, aun cuando estos elementos estuvieran en gran parte mezclados con elementos ideológicos burgueses por su adhesión al peronismo. Teníamos en cuenta las condiciones en que se había producido esa adhesión, con un partido comunista que había claudicado en su rol de partido de la clase obrera.

Otra cuestión era la evaluación de la situación internacional. Se habían producido los golpes de Estado en Brasil, Ghana, Indonesia, entre otros.

Había muerto el Che Guevara. Teníamos una dictadura en Bolivia. La URSS había invadido Checoslovaquia. Los árabes habían sido derrotados por Israel en la guerra de 1967 y la OLP recién surgía, era prácticamente desconocida. Las corrientes prosoviéticas veían sólo estos hechos. Para ellos no tenía relevancia que el país donde vivía uno de cada cuatro habitantes de la tierra, China, estuviera sacudido por la Revolución Cultural (nosotros tampoco valorábamos a fondo esto) y había sucedido el Mayo Francés (los prosoviéticos analizaban despectivamente el Mayo Francés, que había dejado en el aire al PC revisionista de Francia). También se habían producido algunos estallidos de masas estudiantiles en México y en Brasil, y continuaba la heroica lucha del pueblo vietnamita contra los agresores yanquis.

Implícitamente, cuando nosotros hablábamos del polvorín, teníamos en consideración una diferencia de enfoque sobre esta situación internacional y sobre lo que predominaba en ella.